Estudios revelan problemas psicológicos graves en niños
criados por parejas gays y lesbianas. El fraude de los “estudios” del
APA. La necesidad de un padre biológico. Las perniciosas consecuencias
de la ideología de género en la infancia
En el presente trabajo se presentan 4 artículos que tratan los
problemas emocionales y psicológicos a que se enfrentan los niños
criados por padres o madres del mismo sexo.
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1)
Niños criados por homosexuales sufren graves desequilibrios psicológicos y emocionales
Ultima Modificacion: 2012-09-23 12:51:08
Tradicion y Accion, Perú / Transcripcion literal / 10.07.2012
Por fin la verdad científica
Durante los últimos años una persistente propaganda quiso hacer creer
que los llamados niños“homoparentales”, es decir criados por parejas
del mismo sexo, se desarrollan igual que los hijos de familias normales.
Pero ahora, la ciencia confirma las evidencias del sentido común y echa
por tierra esa presunción.
Una de las investigaciones más completas producidas hasta ahora sobre el tema es el Estudio sobre Nuevas Estructuras Familiares
a cargo del Profesor Mark Regnerus, de la Universidad de Texas. La
primera entrega de dicho trabajo, publicada en marzo de este año, ha
revelado que, a diferencia de los niños educados en sus familias
biológicas, los niños criados por padres homosexuales y lesbianas sufren
en la edad adulta serias consecuencias negativas de carácter
psicológico, emocional y hasta económico(1).
El Profesor Regnerus subraya las carencias en estudios más antiguos
sobre los cuales se apoyan los militantes del homosexualismo, que
reivindican para parejas del mismo sexo un supuesto derecho al
matrimonio y a la adopción de niños. “La pretensión empírica de que no existe ninguna diferencia notable [entre paternidad homosexual y heterosexual] debe desaparecer”, concluye Regnerus en su trabajo, publicado por la revista “Social Science Research”(2).
Presiones seudo científicas a favor de la “homoparentalidad”
Estudios anteriores, hoy desacreditados, habían servido para
obtener en varios países decisiones jurídicas a favor de adopciones de
niños por homosexuales. Por ejemplo, en un caso visto por la
Corte Europea de Derechos Humanos el año 2008, denominado “E.B. contra.
Francia”, intervinieron grupos de presión defendiendo el “derecho” de
parejas homosexuales a adoptar, basados en un informe de la Asociación
Psicológica Norteamericana (APA, por sus siglas en inglés) del año 2005,
según el cual no existiría “ninguna prueba científica objetiva que justifique un trato diferenciado” a parejas del mismo sexo que quieren adoptar, “ya que … todos
los estudios científicos serios han mostrado que los niños de padres
homosexuales o lesbianas no son más susceptibles de sufrir problemas
emocionales o de otros tipos, que los niños de padres heterosexuales”(3).
- De la misma forma, durante el tristemente célebre proceso “Karen Atala contra Chile”, un amicus curiae
presentado por 16 grupos de presión argumentó ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, que la Academia Norteamericana de
Pediatría “reconoce que una cantidad considerable de literatura
profesional proporciona evidencias de que los niños con padres que son
homosexuales pueden tener las mismas ventajas y las mismas expectativas
para la salud, adaptación y desarrollo que los niños cuyos padres son
heterosexuales” (4).
- La realidad se impone a la utopía
- Ahora, sin embargo, el exhaustivo estudio del Profesor Regnerus
pulveriza este mito. Basado en el examen de aproximadamente 3000 adultos
provenientes de ocho estructuras familiares diferentes, y respaldado
por 40 criterios sociales y psico-emocionales de evaluación, concluye
que los niños que crecieron en familias biológicamente intactas
son en general mejor educados; tienen mejor salud mental y física; caen
menos en las drogas; se envuelven menos en actividades criminales y se
afirman felices, más frecuentemente que los criados por homosexuales.
- Los resultados más negativos se refieren a niños procedentes de las llamadas “familias homoparentales” de lesbianas.
Estos resultados contradicen discutibles informes según los cuales los
niños criados por lesbianas se desarrollarían tan bien como los niños de
familas normales, o hasta mejor que éstos. El estudio del Profesor
Regnerus muestra los efectos negativos de este tipo de paternidad en 25
de los 40 criterios seleccionados para sus investigaciones. Por ejemplo,
revela que al llegar a adultos los niños homoparentales han sido más frecuentemente víctimas de abusos sexuales
(23% de los niños de madres lesbianas han sufrido abusos por un padre o
un adulto, contra 2% de los niños de parejas normales); tienen
menos salud física; quedan sujetos a depresión y caen en el consumo de
droga con mucha mayor frecuencia que los niños normales, además de que
no consiguen empleo: 69% de los niños de familias
homoparentales lesbianas dependen de ayudas sociales, contra 17% de los
que proceden de parejas casadas.
- Esta investigación echa por tierra las conclusiones del tan publicitado informe de la APA, que pretendía que “Ningún
estudio ha concluido que los niños de padres homosexuales o lesbianas
tengan cualquier desventaja significativa en relación con los niños de
padres heterosexuales” (5).
- ¿Puede el árbol malo dar frutos buenos?
- Los estudios anteriores comparaban los niños criados por
homosexuales a niños que vivían otras situaciones anómalas (de familas
“recompuestas”, o de padres solos). Las investigaciones del Profesor
Regnerus, en cambio, los comparan sólo con niños criados por sus padres
biológicos casados. Y sus conclusiones son mucho más realistas, porque se
apoyan en informaciones proporcionadas por los mismos niños, y no sobre
las suministradas —y tantas veces maquilladas— por sus padres.
- Otro estudio reciente confirma que el controvertido informe de la
APA no es confiable. Loren Marks, Profesor asociado a la Louisiana State
University, después de una cuidadosa revisión de los 59 estudios en que
se basó tal informe, concluyó que el mismo “no se justifica empíricamente”, pues adolece de serias deficiencias metodológicas, como la falta de muestras representativas y otras(6).
- En resumen, el estudio de la Universidad de Texas demuestra que los niños adoptados por homosexuales sí sufren desequilibrios psicológicos y emocionales que afectan negativamente su vida adulta. Y no podría ser de otra manera, ya que “el árbol malo no puede dar frutos buenos”
(cfr. Mateo 7, 18): la homosexualidad es un grave desorden moral, del
cual no puede resultar ningún bien. Por esa razón, por el bien de
nuestros niños, el Perú debe rechazar categóricamente cualquier intento
de permitir adopciones a parejas del mismo sexo.
Notas de pié de página
(1) Ver:
http://www.c-fam.org/fridayfax/volume-15/study-shows-homosexual-parenting-not-equal-to-heterosexual-marriage.html (2) REGNERUS, Mark.
How different are the adult children of parents who have same-sex relationships? Findings from the New Family Structures Study. Disponible en
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0049089X12000610 y en la edición impresa de "Social Science Research", vol. 41, No. 4, julio de 2012, pp. 752-770.
(3)
http://www.ilga-europe.org/home/how_we_work/litigation/ecthr_litigation/interventions/e_b_v_france_written_comments _of_fidh_ilga_europe_baaf_and_apgl_3_june_2005_adoption_by_lesbian_woman_as_an_individual, puntos 25 y 26.
(4)
http://www.iglhrc.org/binary-data/ATTACHMENT/file/000/000/564-1.pdf. La referencia es de AMERICAN ACADEMY OF PEDIATRICS.
Coparent or Second-Parent Adoption by Same-Sex Parents, "Pediatrics", Vol. 109, No. 2, febrero de 2002, pp. 339 -340.
(5) AMERICAN PSYCHOLOGICAL ASSOCIATION.
Lesbian & Gay Parenting, Washington DC, 2005, p.15
(6) MARKS, Loren.
Same-sex
parenting and children’s outcomes: A closer examination of the American
psychological association’s brief on lesbian and gay parenting, "Social Science Research", Vol. 41, No. 4, Julio de 2012, pp. 735–751. Disponible en
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0049089X12000580.
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2)
Niños adoptados por parejas gay sufren trastornos psicológicos: científico de EU
Claudia Pérez | Ciudad | Hora de creación: 10:53:47 | Ultima modificación: 13:02:03
convivencia. Rekers dice que los menores desarrollan una tendencia homosexual. Foto: Marco Rosales
Sufren menores adoptados por parejas del mismo sexo mayor estrés y
tendencias suicidas, así como trastornos psicológicos, principalmente
afectivos, como depresión, trastornos de conducta, abuso de sustancias,
intento de suicidio y consumación del mismo, señala el estudio sobre la
investigación relativa a la paternidad y adopción homosexual.
Dicho
trabajo, presentado ayer durante el simposio “Adopción homosexual, lo
que la ciencia ha descubierto”, plantea que de acuerdo con diversos
estudios que contienen testimonios de hijos de padres homosexuales, la
mayoría de estos reconoció haber padecido fuertes emociones, tales como
miedo, ansiedad, aprehensión, vergüenza y enojo al tratar de esconder o
negar la homosexualidad de sus padres ante sus compañeros o familiares,
así como la presión social a sobrenombres dolorosos y alteración de
amistades.
La investigación, elaborada por el doctor George A.
Rekers, profesor de neuropsiquiatría y ciencias del comportamiento en la
escuela de medicina de la Universidad de Carolina del Sur, en EU,
plantea conclusiones científicas sobre la inviabilidad de la adopción
por parte de parejas del mismo sexo.
En su intervención, Rekes
dijo que existía mayor probabilidad de que los menores adoptados
desarrollen una tendencia homosexual, que aquellos que viven con madre y
padre, ya que los menores tienden a vivir y copiar los roles de vida de
sus padres.
Durante la apertura del simposio, Óscar Rivas,
presidente de Renacer, Instituto Mexicano de Orientación Sexual, dijo
que en materia de adopciones lo que debe prevalecer es el derecho de los
niños o niñas. “La ciencia tiene mucho que aportar en el debate sobre
matrimonios homosexuales y adopción de niños por parte de parejas del
mismo sexo, sobre todo luego de que los diputados de la ALDF aprobaron
reformas en este sentido, sin considerar el posicionamiento de diversos
sectores involucrados”, recalcó.
Óscar Rivas aseguró que
privilegiar las condiciones de niños o niñas adoptadas que permitan
tener un desarrollo integral y una convivencia sana para superar su ya
de por sÍ difícil condición de huérfanos es sin duda el principal
objetivo de las adopciones.
“Creemos que las adopciones por parte
de homosexuales o lesbianas no crea esas condiciones que los menores
requieren en etapas cruciales de crecimiento, desarrollo y formación. El
niño necesita un ambiente de hombre y mujer, una figura paterna, una
figura materna, para crecer, es lo mejor, no hay nada mejor que eso para
el sano crecimiento del niño”.
Mayor promiscuidad en su
adolescencia o madurez, adicciones, desórdenes psiquiátricos, tendencias
suicidas y elevado número de enfermedades de transmisión sexual son
algunos problemas que los especialistas aseguran podrían enfrentar
menores adoptados por parejas del mismo sexo.
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3)
EL FRAUDE DE LOS “ESTUDIOS” PRO-HOMOSEXUALES AL DESCUBIERTO
El 23% de los niños criados por padres homosexuales sufren abusos sexuales
BD.-
El lobby homoparental se apoya sobre estudios que, en su casi
totalidad, no son más que seudo científicos. La intoxicación está
suficientemente bien hecha para que todo el mundo se convenza de que
estos estudios prueban que los niños criados por padres homosexuales se
portan bien. Sin embargo, sólo basta tomarse el trabajo de verificar la
naturaleza de los trabajos citados para entender sus debilidades
metodológicas y sus manipulaciones en cuanto a la elección de los grupos
estudiados.
Maurice Berger es profesor de sicopatología del niño, jefe de
servicio de siquiatría en el Centro Hospitalario Universitario de
Saint-Étienne y miembro de varias comisiones interministeriales para la
protección de la niñez en Francia. Para el profesor Berger, “el lobby
homoparental utiliza un método sencillo: el engaño”. Es imposible
imaginar menos objetividad en las publicaciones existentes sobre este
tema. “No difference”: esa es la eterna conclusión del conjunto de los
trabajos comparativos del desarrollo síquico de los niños criados por
parejas homosexuales y heterosexuales. Sin embargo, la casi totalidad de
esos trabajos no utilizan métodos científicos rigurosos. Son estudios
claramente militantes basados en la palabra de los “padres” (la mayoría
de las veces se trata de voluntarios, no elegidos al azar, reclutados
por los lobbies homosexuales), ausencia de grupos de comparación,
comparaciones con niños provenientes de parejas heterosexuales pero
criados en familias recompuestas u homoparentales, efectivos estudiados
insuficientes… En definitiva: trabajos que coleccionan defectos
metodológícos tan groseros que deberían ser desechados por cualquier
comité de lectura digno de ese nombre.
Pero no sólo es el carácter erróneo de los trabajos esgrimidos por
los lobbies lo que hay que poner en el expediente contra la
homoparentalidad. Un estudio publicado el verano pasado cuestiona
radicalmente la línea oficial que prevalece actualmente, que acredita
que la tesis según la cual no haría ninguna diferencia en términos de
salud mental entre los niños criados por parejas homosexuales y aquellos
que lo son por parejas heterosexuales.
Las investigaciones del profesor Mark Regnerus de la Universidad de
Texas destruyen el discurso vigente apoyándose sobre el examen de 3.000
niños crecidos en el seno de 8 estructuras familiares diferentes a
partir de 40 criterios sociales y emocionales. Los resultados más
positivos conciernen a los adultos provenientes de familias
“tradicionales”, los cuales manifiestan sentirse más felices, gozan de
mejor salud mental y física y consumen menos drogas que los demás.
A la inversa, los niños criados por lesbianas son los que peor estado
presentan, con un aumento estadístico inquietante de depresiones en ese
grupo. Los adultos provenientes de ese grupo dicen haber sido a menudo
víctimas de abusos sexuales (23% contra 2% entre los niños de parejas
heterosexuales casadas) y sufren de precariedad económica (69% dependen
de prestaciones sociales contra 17% de los criados por su padre y su
madre).
¿Por qué un tal divergencia de resultados en esos estudios de
psicología comportamental? La explicación la ofrece la calidad del
trabajo de Regnerus, que arroja indirectamente una luz cruda sobre los
errores metodológicos de los precedentes estudios. El profesor tejano ha
tenido mucho cuidado en efectuar su encuesta sobre un gran número de
adultos, al contrario de los antiguos trabajos que se limitan a muestras
ridículas por su tamaño. Además, Regnerus apoya sus conclusiones sobre
las respuestas de los propios interrogados y no sobre los datos
aportados por sus “padres”.
Después del análisis del conjunto de las respuestas, la conclusión
del profesor Mark Regnerus es indiscutible: el modelo familial que
reposa sobre “la unión conyugal estable del padre y la madre biológica
(cada vez más parecida a una especie en peligro) sigue siendo el entorno
más seguro para el desarrollo del niño”. Todas las demás combinaciones,
según el universitario norteamericano, causa un prejuicio a largo
término en el equilibrio del niño, sean cuales sean las cualidades
humanas y educativas de los homosexuales, que nadie pone en tela de
juicio aquí.
Meterse en otra vía que no sea el “modelo familial tradicional”
(pareja conyugal heterosexual estable) equivale a negar frontalmente el
principio reconocido por la Convención Internacional sobre los Derechos
del Niño, según el cual el interés superior de éste (la parte más débil y
sin defensa) debe pasar siempre por delante de cualquier otra
consideración.
Esta publicación, que confirma lo bien fundado de la estructura ética
y antropológica de la alianza conyugal entre un hombre y una mujer para
asegurar el pleno desarrollo del niño, no puede ser silenciado por más
tiempo, ante la legalización del matrimonio homosexual en algunos países
y su próxima implantación en otros, lo que abre la posibilidad de la
adopción por las las parejas homosexuales.
El deber de los gobiernos consiste en verificar la fiabilidad de los
trabajos en los que se apoyan los lobbíes homosexuales y darle el lugar
que le corresponde al saber y a la ciencia y no a los estudios
tendenciosos y amañados de los grupos que militan por los objetivos de
grupos exclusivamente motivados por lo que ellos consideran sus
derechos. Es necesario un debate a fondo, pues en este tema ¿quién se
preocupa del interés de los niños?
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4) LA NECESIDAD DE UN PADRE BIOLÓGICO EN LA CRIANZA DE LOS
HIJOS. LAS DEVASTADORAS CONSECUENCIAS DE LA CRIANZA DE NIÑOS ENTRE
PAREJAS DE GAYS Y LESBIANAS.
Autor: Maria Calvo Charro | Fuente: TEMES D’AVUI.
La ideología de género y sus consecuencias sobre la relación paterno-filial
Varios estudios demuestran que la ausencia del padre, física o
simplemente psíquica, puede tener efectos devastadores sobre los niños
La ideología de género y sus consecuencias sobre la relación paterno-filial
Como señala Anatrella, la revolución del 68, fue en realidad una
“revuelta contra el padre y contra todo lo que él representaba”. Desde
entonces y hasta ahora la sociedad ha desprovisto de valor la función
del padre, no les tiene en cuenta, su autoridad ha sido ridiculizada,
las mujeres prescinden de ellos de forma manifiesta,lo que provoca que
los hijos les pierdan absolutamente el respeto. En estas circunstancias,
cuando el padre no es significativo para la madre, el niño lo percibe y
él mismo se coloca en su lugar convirtiendo la función paterna en
inexistente[1].
La actual devaluación de la función paterna,
provocada por el convencimiento social generalizado de que el padre y la
madre son intercambiables, de que no hay diferencias biológicas entre
los sexos y de que las mujeres pueden sacar adelante a sus hijos en
soledad, ha provocado en los últimos años que muchos niños crezcan en
ausencia absoluta de un modelo paterno, con los efectos negativos que
tal omisión tiene sobre su equilibrado desarrollo personal y académico.
Varios estudios demuestran que la ausencia del padre, física o
simplemente psíquica, puede tener efectos devastadores sobre los niños,
incluyendo problemas de salud serios, ya que su sistema inmunológico se
ve afectado por el estrés que genera tal situación de desamparo, y ello a
pesar de los esfuerzos de las madres en estos casos para compensar las
carencias afectivo-educativas desde el ángulo paterno.
Huérfanos de padres vivos En
su obra “Sola por elección. Madre por elección. Cómo las mujeres están
eligiendo la maternidad fuera del matrimonio y creando una nueva familia
americana”, la profesora de estudios de la mujer del Wellesley College,
Rosanna Hertz, afirma con rotundidad que los padres simplemente no son
necesarios.
El núcleo familiar es el constituido por la madre y el hijo. Los hombres en el mundo actual están obsoletos.
En
la misma línea, Peggy Drexler, profesora de la Universidad de Cornell,
en su libro: “Educando a los niños sin hombres”, mantiene la bondad de
criar a los hijos sin la presencia de un padre, por madres solteras o
parejas de lesbianas[2].
La presencia y papel del padre, incluso
en la procreación y maternidad, se considera perfectamente prescindible.
Hay madres solteras que instrumentalizan a los padres biológicos, a los
que no permiten participar luego en su vida y que no tienen ningún
derecho sobre el niño. Estas mujeres, puesto que ellas han decidido
solas el momento de su fecundidad, ocultándolo al padre, consideran al
niño como un bien propio y exclusivo. Por otra parte, la ingeniería
genética amenaza con su total sustitución, las técnicas de laboratorio
han logrado que el origen y dependencia de un padre se esfumen
definitivamente[3].
En este ambiente, madres solteras,
abandonadas, separadas o divorciadas intentan criar solas a sus hijos
con la creencia infundada de que ellas se bastan y sobran. Idea que es
absolutamente errónea, puesto que la función materna y la función
paterna no son iguales ni intercambiables. Es indiscutible que el
desarrollo emocional de los niños está en directa relación con la
cariñosa, educativa, disciplinante e imprescindible interacción
constante de ambos progenitores.
En Estados Unidos, según
estadísticas recientes, uno de cada tres niños crece sin padre
actualmente (dos de cada tres, si nos referimos a niños pertenecientes a
minorías). Esta constituye la tendencia demográfica más perjudicial de
esta generación: hay 24,7 millones de niños norteamericanos en esta
situación(36,3%)
un número mayor que el de americanos afectados por cáncer, Alzheimer y SIDA juntos[4].
El
Dr. Wade Horn, fundador de la National Fatherhood Initiative (NFI)
afirma que hoy en día 25 millones de niños norteamericanos tienen más
posibilidades de ver un padre en la televisión que en su propio hogar.
Aproximadamente un 40% de
niños norteamericanos nacen actualmente
fuera del matrimonio, lo que normalmente significa muy poca o ninguna
relación con el padre biológico[5].
Según Blankenhorn, en este
siglo la sociedad se dividirá prácticamente al 50% en dos grupos
diferenciados, no por razón de raza, clase o religión, sino por el
patrimonio vital que diferenciará a aquellos que crecieron con padre de
aquellos
que carecieron del mismo[6]. Cuando en una sociedad el
fenómeno de la ausencia paterna adquiere carácter masivo, deben
esperarse consecuencias no sólo en el devenir psicológico del individuo,
sino también a nivel social.
Problemas de los niños y jóvenes sin padre El
efecto de la ausencia de padre en la salud y bienestar de los niños es
muy negativo[7].Diversos estudios muestran cómola carencia de padre está
en la base de la mayoría de los problemas sociales actuales más
urgentes, desde la pobreza y la delincuencia, hasta el embarazo de
adolescentes, abuso infantil y violencia doméstica[10.] Hace treinta
años se pensaba que los motivos principales de las conductas
conflictivas de los chicos se encontraban en la pobreza o
discriminación.
Hoy se sabe, como señala el Dr. Dobson, que sin
la guía y dirección de un padre, la frustración de los muchachos les
conduce a variadas formas de violencia y comportamiento asocial[8].
El
sociológo, Duncan Timms (University of Stockholm, 1991) realizó un
seguimiento de todos los niños nacidos en Suecia en 1953 durante 18
años. Se le hizo un psicodiagnóstico a cada uno de estos 15.000 niños a
intervalos regulares.
Los que presentaron un grado mayor de
disfunción psicológica fueron varones nacidos de madre soltera y que
crecieron sin padre. Son convergentes con estas conclusiones los
resultados de un seguimiento de más de 17.000 menores de 17 años que
realizó en Estados Unidos el National Center for Health Statistics
(1988
National Health Interview Survey of Child Health): el riesgo de
disfunción psicológica (problemas emocionales y/o de conducta) es
significativamente más alto para niños que han crecido sin padre (entre 2
y 3 veces más alto) (Dawson, 1991).
Ronald y Jacqueline Angel,
investigadores de la Universidad de Texas, publicaron un trabajo en 1993
en el que evalúan los resultados de todos los estudios cuantitativos
que analizaron los efectos de la ausencia paterna: "El niño que crece
sin padre presenta un riesgo mayor de enfermedad mental, de tener
dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la
presión de sus pares y de tener problemas con la ley. La falta de padre
constituye un factor de riesgo para la salud mental del niño".
Diversas
estadísticas demuestran que los adolescentes sin padre: se embarcan
antes y en mayor medida en experiencias sexuales; tienen mayor riesgo de
abusar de drogas como el alcohol y la marihuana; tienen más
posibilidades de sufrir enfermedades mentales y suicidarse; sufren más
proporción de abandono escolar y criminalidad (estos efectos se agudizan
cuando se trata de niños que experimentaron el divorcio de sus padres
siendo menores de cinco años[9]); la mayoría de los niños con carencias
afectivas por parte de su padre sufren problemas de identidad sexual y
emocionales, como ansiedad y depresión; son
menos solidarios y
empáticos y tienen significativamente menos capacidad intelectual[10].
Son más agresivos, tienen menos autocontrol y escaso sentido de
culpabilidad[11].
En general necesitan más ayuda psiquiátrica. El
80% de los adolescentes en hospitales psiquiátricos provienen de
familias rotas[12]. En 1988, un estudio realizado sobre niños de
preescolar en tratamiento psiquiátrico en los hospitales de
Nueva Orleans descubrió que cerca del 80% provenían de hogares sin padre[13].
En
EEUU, el 29.7% de los niños sin padre y el 21.5% de los hijos de padres
divorciados que viven solo con su madre han repetido al menos una vez
curso, en comparación con el 11,6 % de los que viven con su padre y su
madre biológicos [14]. También acceden menos a la Universidad[15]. Un
estudio realizado sobre 156 víctimas de abusos sexuales mostró que la
mayoría pertenecían a familias sin padre[16].
El 43% de los
muchachos en prisión crecieron en hogares monoparentales[17]. El 72% de
los chicos que han cometido algún asesinato y el 60% de los que
cometieron violación crecieron sin padre[18]. El porcentaje aumenta
cuando se
refiere a niños y jóvenes de color[19].
Según el
Dr. Muñoz Farias, los niños que crecen sin una figura paterna,
generalmente evidencian trastornos en la adolescencia porque no
encuentran una identidad:“Los jóvenes sufren de inseguridad, soledad y
depresión, que pueden plasmarse en el fracaso escolar, consumo de drogas
y vagancia. En definitiva, no
tienen la capacidad para controlar sus impulsos y no pueden autorregularse”.
Estos
niños, luego en la edad adulta tendrán dificultad para ejercer
debidamente la paternidad por falta de ejemplos masculinos. Según el
sociólogo Peter Karl, los niños que pasan más del 80% del tiempo con
mujeres, luego en la madurez no
saben cómo actuar como
hombres.Estos
jóvenes crecen como padres deformados porque a ellos mismos se les
privó de un comportamiento paterno ejemplar. Y es absolutamente erróneo
pensar que la función materna puede llenar ese vacío.
Padres desprestigiados: La muerte social del padre Actualmente,
muchas familias sufren el denominado por los psicólogos “síndrome de la
función paterna en fuga”: aunque el padre está presente físicamente, no
ejerce su papel.
La gran pérdida cultural no es del padre en sí
mismo, sino de la paternidad como función insustituible y esencial.
Sufrimos actualmente lo que David Gutmann denomina la "desculturización
de la paternidad".Cuyo principal y más patente
resultado es la
fragmentación de la sociedad en individuos atomizados, aislados unos de
otros, y extraños a las necesidades y bienestar que demanda la familia,
la comunidad, la nación.
La sociedad ha devaluado progresivamente
la función paterna y ha rechazado la figura del padre como limitador o
instancia de frustración del hijo. El modelo social ideal y dominante es
el consistente en la relación madre-hijo. Y el padre solo es
valorado
y aceptado en la medida en que sea una especie de “segunda madre”;
papel éste exigido en muchas ocasiones por las propias mujeres que les
recriminan no cuidar, atender o entender a los niños exactamente como
ellas lo hacen. Los hijos captan estas recriminaciones y pierden el
respeto a los padres a
los que consideran inútiles y patosos en todo lo que tenga que ver con la educación y crianza de los niñ
os.En
palabras de Anatrella: “Es el inoportuno, el no deseado, aquel que no
tiene espacio entre la madre y el hijo. Debe ser el espectador benévolo
de la pareja madre/hijo”.
Reina la idea roussoniana de que la
dirección y el consejo paterno impiden el crecimiento corporal y anímico
del niño. En este clima social imperante el padre siente su propia
autoridad como un lastre y su ejercicio le genera mala conciencia, por
lo que intenta ir de “amigo” de su hijo en lugar de ejercer la función
paterna que le corresponde[20]. Los padres de parejas separadas o
divorciadas que solo ven a sus hijos algún fin de semana, acaban
cambiando la relación padre-hijo por una relación de “colegas”. En lugar
de ayudar con los deberes o formar en valores llevan a sus hijos de
compras, al cine o a cenar[21]. Los estudios demuestran que en muchos
casos los padres divorciados poco a poco van perdiendo el contacto hasta
que finalmente dejan de ver a sus hijos definitivamente[22].
No
obstante, a pesar de la extendida ausencia física del padre y de la
devaluación de la función paterna debida a la crisis de identidad que
actualmente sufren los varones, las estadísticas muestran cómo, por
regla general, van en aumento las
cifras de hombres que desean
implicarse junto a su mujer y que además de trabajar fuera de casa han
asumido con responsabilidad y compromiso la tarea de criar a sus hijos y
colaborar en las tareas del hogar[23]. Sin embargo, muchos de ellos,
aunque manifiestan una clara preocupación por el bienestar y por la
educación de sus hijos, no saben cómo ejercer correctamente su papel,
muchas veces porque las mujeres les exigen un comportamiento según las
pautas femeninas, lo que les genera frustración, desánimo e
incomprensión.
Qué es un padre: La función paterna Padre
no es simplemente aquel que colabora en la procreación de un niño, ni
un progenitor más o menos preocupado por los vástagos. La simple
presencia física del padre no basta para un desarrollo equilibrado de
los hijos. Asimismo es errónea la creencia de que el padre debe ejercer
su función imitando los modelos de conducta femeninos, como si de una
madre-bis se tratara.
Padre, en sentido estricto, es algo mucho
más profundo. Es aquel que ejerce correctamente la función paterna,
entendiendo por tal aquella que reúne las siguientes circunstancias:
1) Permite al hijo individualizarse, separándolo de la madre;
2)Impone al hijo el orden de filiación frente a sus pretensiones de omnipotencia;
3)Ayuda al hijo a adquirir su identidad sexual.
1) Permite al hijo individualizarse, separándolo de la madre. La
relación madre-hijo, por mucho que algunos quieran, nada tiene que ver
con la relación paterno-filial[24]. Aquella funciona, según
Anatrella,“como un universo cerrado, en el que, a falta de padre, la
madre configura con el hijo una pareja”. El padre, habiéndose ausentado,
física o psíquicamente, no juega ya su papel de “separador” que es el
que, precisamente, permite al niño diferenciarse de la madre, y se
produce una insana mutua interdependencia.
Así, es probable que
en la adolescencia el niño utilice la violencia-transgresión para
afirmar su propia existencia. El niño que ha tenido una relación
excesivamente estrecha con su madre, acaba sintiéndose “devorado” por
ésta, la ve como un impedimento a sus deseos de autoafirmación y
masculinidad y suele reaccionar contra ella con desprecio y agresividad.
Gurian advierte de la sólida relación estadística existente entre los
niños problemáticos y violentos y los niños sin padre[25].
Las
madres animales parecen conocer de esta necesidad y –en ausencia del
macho– para hacer combativos a sus vástagos y para permitirles vivir en
una naturaleza profundamente hostil en la que cualquiera se arriesga a
ser devorado, no dudan en maltratarlos para alejarlos de ellas mismas.
Las madres humanas, por el contrario, luchan por evitar a sus crías todo
tipo de sufrimiento y tienden a darles cuanto necesiten; haciéndolas
adictas al placer –reproduciendo y prolongando así la placentera vida
uterina– y provocándoles a largo plazo la más inmensa de las
infelicidades, pues los convierten en seres carentes de la dimensión
adulta, niños eternos, en palabras de Savater, “envejecidos niños
díscolos”[26].
Situación que es del todo antinatural, al hacer
perdurar indebidamente la vida pueril, impidiendo la realización del
deseo inherente a todo niño de incorporarse al universo del adulto.
La
negación de la función paterna pone en peligro a toda la sociedad. En
ausencia del padre, surge una relación de pareja entre la madre y el
hijo que perjudica el equilibrio psíquico de ambos. Una vez
adolescentes, muchos de aquellos niños no tienen otro medio de probar su
virilidad más que el de oponerse a la mujer-madre, incluso por medio de
la violencia. En palabras de Anatrella: “cuando el padre está ausente,
cuando los símbolos maternales dominan y el niño está solo con mujeres,
se engendra violencia”.
En este sentido, señala Cordés, que quien
busca los motivos de la predisposición hacia la violencia solo o
principalmente en factores socioeconómicos se queda en la superficie del
problema. Se queda satisfecho con una teoría de socialización de cortos
vuelos (H.D. Köning); infravalora el influjo de la familia y el enorme
efecto del comportamiento paterno, pasando por alto la influencia
decisiva de las relaciones intrafamiliares[27].
El psicólogo
forense Shaw Johnson nos muestra cómo la investigación demuestra que no
hay nadie más capacitado para frenar la agresión antisocial de un
muchacho que su padre biológico[28].
Algunos trabajos de
investigación sugieren que la función paterna tiene una influencia
crítica en la instauración y desarrollo de la capacidad de controlar los
impulsos en general y el impulso agresivo en particular, es decir, la
capacidad de autocontrol[29]. Esta relación entre función paterna y
control de impulsos tiene posiblemente un papel importante en las
adicciones (Stern, Northman & Van Slyk, 1984). De hecho el 50% de
los toxicómanos en Francia y en Italia provienen de familias
monoparentales (Olivier, 1994).
El padre es quien permite
enfrentar la realidad y la separación o insertar entre la madre y el
hijo un espacio que libera de la inmediatez y la fusión con los seres y
las cosas. El padre otorga libertad. Padre es aquel que se ocupa del
hijo, con el que crece y se identifica[30].
El padre concede al
hijo un sentimiento de seguridad y de alteridad frente a la madre. La
función paterna es indispensable para que el niño asuma su propia
individualidad, identidad y autonomía psíquica necesaria para realizarse
como sujeto[31]. Un padre afectuoso pero con autoridad, que dé cariño
pero que marque límites y motive al niño hacia la superación de retos
personales, será la ayuda más eficaz para la separación del varón de su
madre y el correcto y equilibrado desarrollo de su esencial identidad
masculina.
La relación de una madre con los hijos varones para
ser exitosa debe moverse en un delicado equilibrio entre la intimidad y
la independencia.
Cercanía y distancia es la dialéctica que
mantiene viva y sana la relación madre-hijo. Esta sincronía puede verse
sin embargo afectada por aquellas madres que se niegan a romper los
lazos de dependencia con los hijos y se empeñan por mantener el cordón
umbilical sine die.
2) Impone al hijo el orden de filiación frente a sus pretensiones de omnipotencia. El
matriarcado social y educativo perjudica el correcto y equilibrado
desarrollo de los hijos al favorecer personalidades individualistas y
narcisistas, pues la madre y su función materna no es por lo general
capaz de limitar los deseos de omnipotencia del niño.
El padre
permite al hijo adquirir el sentido de los límites, marca las
prohibiciones, le sitúa en el lugar que le corresponde, le impone el
orden de filiación frente a sus pretensiones de omnipotencia y le ayuda a
madurar integrándose en el universo del adulto y así en la realidad. El
padre impone la “ley simbólica de la familia”, de
tal manera que
el hijo-niño con tendencia a la tiranía comprende que no es él a quien
compete dictar la ley, sino a otra instancia exterior representada por
su padre. El padre introduce la ley en un vínculo previo, para
determinar una ruptura y un nuevo reordenamiento.
El niño que no
ha experimentado el conflicto edípico –chocar con el padre y sus
corolarios sociales– tiene muchas posibilidades de lanzarse en su
juventud a comportamientos asociales, violentos, agresivos e incluso a
tendencias homosexuales. Estos jóvenes no encuentran el límite a su
psicología que impone la presencia de la función paterna que les ayuda a
interiorizar el sentido de la ley y en consecuencia, como no saben
“cómo pertenecer”, roban, agreden y son violentos para ocupar, a la
manera primitiva, un territorio [32].
La intervención del padre
coloca al niño en el tiempo real: “Este respeto forzado del tiempo que
se deslizará entre madre e hijo pondrá al niño en el tiempo del que
tiene una necesidad vital y del que sus congéneres se han visto privados
seriamente en estos últimos decenios. Este niño aceptará mejor el
límite, la disciplina, no será más el tirano que vemos todos los días y
será, por fin, un adolescente más sereno”[33].
Es por medio de la
intervención paterna como el niño choca contra el mundo del adulto y
sufre los dolores de tropiezo con una realidad –siquiera sea
fragmentaria– que ya no es su propia realidad, la realidad por él
creada, sino “La Realidad”. Lo que sin duda favorece la conducción de la
infancia a la hombría[34].
El padre es la “no-madre” que ha de
mostrar al hijo cómo funciona el mundo y cómo ha de encontrar su lugar
en él. Debe ser el “puente humano” que une al hijo con la vida pública
de compromiso y responsabilidad[35].
Corresponde sobre todo a los
padres “disciplinar” a los hijos. Diversos estudios demuestran cómo los
varones responden mejor a la disciplina cuando ésta viene impuesta por
otro hombre[36]. El padre tiene un papel decisivo en el desarrollo del
autocontrol y la empatía del niño, dos elementos esenciales e
imprescindibles para la vida en sociedad. La capacidad de controlar
impulsos es necesaria para que una persona pueda funcionar dentro de la
ley. Es imprescindible tener incorporada la capacidad de postergar en el
tiempo la gratificación, de resistir el impulso a actuar en un momento
determinado. Es un componente crítico de la conducta responsable del
individuo en sociedad, pero no el único. Es también necesaria la
capacidad de registrar y tener en cuenta los sentimientos de otras
personas, es decir, tener capacidad de empatía.
Un trabajo de
investigación basado en un seguimiento de niños y jóvenes durante 26
años reveló que el mejor indicador de empatía en el adulto es haber
tenido un padre involucrado. Más que cualquier variable asociada a la
conducta de la madre, la empatía, que da la posibilidad de tener un buen
registro del sufrimiento del otro, y así inhibir la agresión, es
nuevamente un tema de función paterna [37].
Si los padres no
ayudan a los hijos con su autoridad amorosa a crecer y preparase para la
vida adulta, serán las instituciones públicas las que se vean obligadas
a imponerles el principio de realidad, no con afecto sino por la
fuerza. Y de este modo no se logran ciudadanos adultos libres y
responsables[38].
Muchas madres tratan de evitar los “conflictos”
padre-hijo, sin percibir que son procesos necesarios en la
configuración de la personalidad de los varones. Su relación está
sometida a competencia constante, tensión y confrontación. Cada uno
intenta marcar su territorio y límites. Sin embargo, estos choques
esporádicos acaban generando una unión paterno-filial fuerte y sólida
cuando el chico pasa la adolescencia. Si la madre no comprende esto y
los mantiene separados para evitar los conflictos estará rompiendo sin
darse cuenta una fina línea de comunicación que quizá nunca vuelva a
restablecerse.
3) Ayuda al hijo a adquirir su identidad sexual. La
diferencia de sexos encarnada por el padre, juega por otra parte, un
papel de revelación y confirmación de la identidad sexuada. La
masculinidad no se puede aprender en los libros, es algo que los padres
pasan a los hijos sin percibirlo apenas. Tanto la chica como el chico
tienen tendencia al comienzo de su vida, a identificarse con el sexo de
la madre. Sin embargo, es el padre, en la medida en que es reconocido
por la madre, el que va a permitir al hijo situarse sexualmente [39].
El psicoanalista Stoller ha demostrado que el niño, sea del sexo
femenino o masculino, vive una identificación primera con su madre y,
por lo tanto, con la sexualidad femenina. El chico comprometido en esta
identificación primitiva conoce un itinerario más difícil que la chica
para liberarse de su madre y afirmar su virilidad.
A este
propósito señala el Dr. Liaño que todo hace pensar que la condición
básica del fenotipo sexual es femenina y a ella tiende de forma
espontánea el nuevo ser; ha de haber un esfuerzo añadido para que se
quiebre esa tendencia a la feminidad y aparezca el ser masculino.
Como
afirmó Alfred Host: “Llegar a ser macho es una aventura larga, difícil y
arriesgada. Es una especie de lucha contra la inherente tendencia a la
feminidad”[40].
El papel del padre es fundamental en cuanto
referente de masculinidad. Todo niño, de forma temprana, entre los tres y
los cinco años, debe sufrir una desconexión y diferenciación de la
madre,para pasar a experimentar una identificación con el padre. Si en
ese momento el padre está ausente o es inaccesible y distante los niños
difícilmente adquirirán la noción de la masculinidad [41].
Anatrella
es contundente al respecto: “Sólo frente al padre el chico será
confirmado en su masculinidad y la chica podrá feminizarse”[42].
La
sola existencia del padre al lado de la madre proporciona alimento
psíquico al niño para distinguirse y acceder a la autonomía. Es a través
de la intermediación del padre que se realiza de la mejor manera el
proceso de sexualización y la interiorización de la identidad sexual del
niño[43].
En la misma línea, el psicoanalista Erikson, afirma:
“El acompañamiento que el padre realiza en el proceso en el que el niño construye su propia identidad es insustituible”[44].
Asimismo, la psicóloga A. Horner explica:
“Una
vez establecido el curso de la identidad femenina de la chica es
relativamente interrumpido. La identidad femenina esencial se origina en
las primeras relaciones con la matriz.
Mientras que la identidad sexual del chico depende de su capacidad de diferenciarse de la matriz”[45].
En
este sentido, señala Anatrella que históricamente cada vez que las
sociedades han estado dominadas por el matriarcado educativo y que el
papel de las mujeres se ha sobrerrepresentado, hemos asistido a un
predominio social de la homosexualidad pues el muchacho lucha contra la
invasión maternal-femenina por medio de la fusión del parecido con uno
mismo[46].
El niño busca su masculinidad alejándose y diferenciándose de la madre. En este
estadio
comenzará a buscar más la identidad con su padre, aunque volverá a su
madre siempre que necesite cariño y comprensión, consciente de que la
conexión amorosa con aquella permanece a pesar de su “declaración de
independencia”.
Además estas muestras de cariño son un lenguaje
que el niño debe aprender para ser capaz posteriormente de expresar sus
sentimientos y afectividad hacia otros [47].
Los niños necesitan
modelos masculinos para convertirse en hombres. A partir de los 7 años
los niños prefieren la compañía de hombres. Sin embargo, pasan la mayor
parte del tiempo de su vida rodeados de mujeres. Cuando se priva a un
joven de un modelo adecuado de masculinidad, aquel en sus actitudes
tiende a exagerar los estereotipos machistas porque nunca ha recibido la
imagen justa y equilibrada de lo que significa ser hombre.
La importancia del padre en el equilibrio personal de los hijos Uno de los más destacados sociólogos de Estados Unidos, el Dr. David Popenoe, afirmaba recientemente lo siguiente:
“Los padres son mucho más que simplemente
los
segundos adultos del hogar. Los padres implicados traen múltiples
beneficios a los niños que ninguna otra persona es capaz de
aportar”[48].
La poderosa influencia de un padre sobre sus hijos es única e irremplazable.
Los estudios demuestran una serie de diferencias cualitativas entre los
niños que han crecido con o sin padre. Los niños que se han beneficiado
de la presencia de un padre interesado en su vida académica, emocional y
personal, tienen mayores coeficientes intelectuales y mejor capacidad
lingüística y cognitiva; son más sociables; tienen mayor autocontrol;
sufren menos dificultades de comportamiento en la adolescencia; sacan
mejores notas; son más líderes; tienen la autoestima más elevada; no
suelen tener problemas con drogas o alcohol; desarrollan más empatía y
sentimientos de compasión hacia los demás; y cuando se casan tienen
matrimonios más estables[49].
Algunos estudios sugieren que la
implicación activa del padre es especialmente importante desde los
primeros instantes de vida de los niños. En esta línea, un trabajo de
Bronte-Tinkew (2008), centrado en el análisis de expresiones de balbuceo
y capacidades de exploración, pone de manifiesto que los niños cuyos
padres están más implicados en su cuidado y supervisión presentan una
probabilidad más baja de sufrir retrasos cognitivos.
Una
investigación llevada a cabo en Israel, demostró que los niños
prematuros cuyos padres los visitan con mayor frecuencia ganan peso más
rápido y tienen muchas más posibilidades de abandonar el hospital en
corto plazo que los que no reciben visitas paternas[50].
Junto a
estos trabajos centrados en el desarrollo infantil, es cada vez más
importante la evidencia que relaciona las actividades educativas de los
padres con sus hijos en los primeros años de vida con los rendimientos
escolares en etapas más avanzadas.
Las dos figuras, paterna y
materna, son indispensables, para el equilibrado desarrollo de la
personalidad y para una correcta socialización.
Si falta la
alteridad sexual, al niño le faltará lo más esencial para su correcto
desarrollo psíquico y las consecuencias estamos solo comenzando a
percibirlas.
Es fundamental que los padres se involucren en las actividades diarias de los hijos[51].
Los
niños son más propensos a confiar en su padre y buscar en él apoyo
emocional cuando el progenitor está implicado e interesado en su vida. Y
muestran un mayor nivel académico y menores problemas de disciplina si
sus padres, con afectividad, les imponen normas claras, prohibiciones
razonadas y límites a su
comportamiento[52].
Además, como
demuestran las estadísticas, lo que más desea cualquier niño es que su
padre pase tiempo con él. Según la Dra. Meeker, lo que todo hijo
necesita de su padre es principalmente: tiempo, afecto y aprobación.
Nada eleva más la autoestima de un hijo que saber que a su padre le
gusta estar con él. Se sienten seguros sabiendo que son importantes para
sus padres y merecedores de suatención[53]. Estos padres estarán
enseñando a sus hijos un modelo saludable y digno de masculinidad.
Probablemente nuestros hijos no recordarán todas las “charlas” que les
hemos impartido sobre las virtudes y valores, pero siempre quedarán
impactados por el ejemplo de vida dado por sus padres[54].
María Calvo Charro Profesora Titular de Derecho Administrativo en
la Universidad Carlos III de Madrid
Notas Notas [1] T. Anatrella, La diferencia prohibida, ed. Encuentro, 2008.
[2] Citado por K.Parker, Save the males, ed.Random House, 2008, p.82.
[3]“El instinto maternal me llamaba cada vez más y no estaba dispuesta a esperar más
tiempo a encontrar el hombre adecuado”. Esta es la respuesta que ofrecen la mayoría de
las madres que han recurrido a la adopción, la inseminación artificial o han tenido
relaciones sexuales que han dado como fruto un hijo y no han avisado al padre de la
situación. Las cifras del Instituto de la Mujer reflejan que el número de personas en esta
situación no deja de crecer. Mientras en el 2002 había 33.000 madres “por elección”,
como se autodenominan en internet, el año 2009 se contabilizaron 81.000.
[4]Promoting Responsible Fatherhood Initiative, United States Department of Health and
Human Services, 2006.
[5]J. A. Martin, B. E. Hamilton, P. D. Sutton, S. J. Ventura, et al, Births: Final Data for 2006.
National Vital Statistics Reports: Volume 57:7. Hyattsville, MD: National Center for Health
Statistics. 2009. The exact proportion is 38.5%. Among white children, 26.6% are born out
of wedlock.
[6] D. BLANKENHORN, Fatherless America, Confronting our most urgent social problem,
New York: HarperCollins Publishers, 1995
[7] Datos extraídos de National Fatherhood Initiative,
http://www.fatherhood.org [8] J.DOBSON, Bringing up boys, ed. Tyndale, 2001, pág.56.
[9]David M. FERGUSSON, John HORWOOD and Michael T. LYNSKY, "Parental
Separation, Adolescent Psychopathology, and Problem Behaviors," Journal of the
American Academy of Child and Adolescent Psychiatry 33 (1944).
[10]Greg L. DUNCAN, Jeanne BROOKS-GUNN and Pamela KATO KLEBANOV,
"Economic Deprivation and Early Childhood Development," Child Development65 (1994).
[11]E.M. HETHERINGTON and B. MARTIN, "Family Interaction" in H.C. Quay and J.S.
Werry (eds.), Psychopathological Disorders of Childhood. (New York: John Wiley & Sons,
1979)
[12]J.B. ELSHTAIN, "Family Matters…", Christian Century, July 1993. William GALSTON,
Elaine KAMARCK. Progressive Policy Institute. 1993
[13]Jack BLOCK, et al. "Parental Functioning and the Home Environment in Families of
Divorce," Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 27 (1988).
Nicholas ZILL, Donna MORRISON, and Mary Jo COIRO, "Long Term Effects of Parental
Divorce on Parent-Child Relationships, Adjustment and Achievement in Young Adulthood."
Journal of Family Psychology 7 (1993).
[14]WALLERSTEIN, Family Law Quarterly, 20. (Summer 1986).
[15]J. Debra DAWSON, "Family Structure and Children´s Well-Being", Journals of
Marriage and Family, No. 53. (1991).
[16] Beverly GOMES-SCHWARTZ, Jonathan HOROWITZ, and Albert P. CARDARELLI,
"Child Sexual Abuse Victims and Their Treatment," U.S. Department of Justice, Office of
Juvenile Justice and Delinquency Prevention.
[17]US Bureau of Justice Statistics, Survey of State Prison Inmates. 1991.
[18]D. CORNELL (et al.), Behavioral Sciences and the Law, 5. 1987. And N. DAVIDSON,
"Life Without Father," Policy Review. 1990. Alan BECK et al., Survey of Youth in Custody,
1987, US Bureau of Justice Statistics, 1988.
[19]Tom LUSTER and Hariette PIPES MCADOO, "Factors Related to the Achievement
and Adjustment of Young African-American Children." Child Development 65 (1994):
1080-1094
[20] Como afirma F. Savater: “El padre que no quiere figurar sino como ´el mejor amigo de
sus hijos´, algo parecido a un arrugado compañero de juegos, sirve para poco…Y desde
luego las instituciones públicas de la comunidad sufren una dura sobrecarga pues cuanto
menos padres quieren ser los padres más paternalista se exige que sea el Estado”. (El
valor de educar,
ed.Ariel, Barcelona, 2004, pág.63)
[21]F. FURSTENBERG, A. CHERLIN, Divided Families . Harvard Univ. Press. 1991.
[22]William AQUILINO, Later Life Parental Divorce and Widowhood, Journal of Marriage
and the Family 56. 1994.
[23] En casi la mitad de los hogares, los hombres participan corresponsablemente en
estas actividades, ya sea porque lo hacen de una manera equitativa con su pareja o bien
porque toman ellos la iniciativa. En estos hogares, por ejemplo, un 43% de los padres se
distribuyen equitativamente con la madre la tarea de leer cuentos a sus hijos, y un 16% de
los padres lo hacen con carácter preferente. En los hogares donde el progenitor tiene
estudios primarios el grado de corresponsabilidad es menor. Un 29% de padres participa
equitativamente en esta tarea, y solo un 8,9% la asume como principalmente propia. El
reparto más igualitario de tales actividades probablemente contribuya a incrementar la
dedicación conjunta, y por tanto acarree mayores beneficios al niño, al ser el grado de
compromiso paternal el que se aproxima a los estándares que mantiene la madre, más
que lo contrario. Datos extraídos del Informe de la Fundación de la Obra Social de la
Caixa, Infancia y futuro, Nuevas realidades, nuevos retos, Colección estudios sociales, n.
30, 2010.
[24] Como señalaba Juan Pablo II en su carta apostólica Familiaris Consortio: “Como la
experiencia enseña, la ausencia del padre provoca desequilibrios psicológicos y morales,
además de dificultades notables en las relaciones familiares”.
[25] Vid. al respecto M. GURIAN, A fine young man, What parents, mentors, and
educators can do to shape adolescent boys into exceptional young men. New York:
Tarcher/Putnam, 1999.
[26]F. SAVATER, El valor de educar,
ed.Ariel, 2004.
[27] P. J. CORDES, El eclipse del padre, ed. Palabra, 2004, pá
gs.50-51.
[28] Citado por M. MEEKER, 100% Chicos, ed. Ciudadela, pág.161
[29]MISCHEL, 1961a; MISCHEL, 1961B; BILLER, 1974; BILLER, 1976; BILLER, 1982;
BILLER, 1993; BILLER, 1994; BILLER & TROTTER, 1994; HAAPASALO & TREMBLAY,
1994; PATTERSON & DEBARYSHE, 1989; PHARES & COMPAS, 1992; HERZOG, 1982;
SNAREY, 1993; LISAK, 1991; LISAK & ROTH, 1990.
[30]En su retorno a Freud, Lacan va a resaltar la importancia del padre enunciada por el
fundador del psicoanálisis. Lo hará al formalizar el mito edípico a modo de metáfora, en la
que se destacará el papel fundamental del padre como privador de lamadre. Es
imprescindible que el NO del padre se haga ley para la madre. En la conceptualización de
este proceso se revela la función normalizadora del padre en tanto corte y barrera
respecto del deseo incestuoso. Se trata de una función de interdicción.
[31]Vid. al respecto, P. J. CORDES, El eclipse del padre, ed. Palabra, 2004.
[32] T. ANATRELLA, La diferencia prohibida, Sexualidad, educación y violencia. ed.
Encuentro, 2008, pá
gs.24.
[33] A. NAOURI, Padres permisivos, hijos tiranos, ediciones B, 2005.
[34] M. GARCÍA MORENTE, Rev. de Pedagogía, 1928. Escritos pedagógicos, ed.
Espasa-Calpe, 1975.
[35] P. J. CORDES, El eclipse del padre, ed. Palabra, 2004, pág.68.
[36]The Importance of Fathers in the Healthy Development of Children, Jeffrey
ROSENBERG and W. Bradford WILCOX 2006, U.S. Department of Health and Human
Services, Administration for Children and Families, Administration on Children, Youth and
Families Children´s Bureau, Office on Child Abuse and Neglect.
[37]KOESTNER, FRANZ & WEINBERGER, 1990. Otros estudios confirman esta conexión
entre función paterna y empatía: SAGI, 1982; BILLER, 1993; BILLER & TROTTER, 1994.
[38] Vid. F. SAVATER, El valor de educar, ed. Ariel, Barcelona, 2004, pág.65
[39] T. ANATRELLA, La diferencia prohibida, ed. Encuentro, 2008, p.58.
[40] H. LIAÑO, Cerebro de hombre, cerebro de mujer: a un mismo tiempo, iguales y
distintos, en el libro colectivo: Cerebro y educación, ed. Almuzara, 2008, pág.22.
[41] J. DOBSON, Bringing up boys, ed. Tyndale, 2001, pág.58.
[42] T. ANATRELLA, La diferencia prohibida, ed.Encuento, 2008, pág.224.
[43] T. ANATRELLA, Antropología y defensa de la vida y de la familia, en la obra colectiva:
La política al servicio del bien común, CEU Ediciones, 2010, pág.449.
[44]Citado por P. J. CORDES, en la obra: El eclipse del Padre, ed. Palabra, 2004, pág.65.
[45] Citados por M. GURIAN, ¿En qué estará pensando?
Ed.rano, 2004, pág.196.
[46] T. ANATRELLA, La diferencia prohibida, ed. Encuentro, 2008, pág.21.
[47] Sobre la relación madre-hijo, vid. D. KINDLON, M. THOMPSON, Raising CAIN,
Protecting the emotional life of boys, 2000.
[48]D. POPENOE, Life without father: Compelling new evidence that fatherhood and
marriage are indispensable for the good of children and society, New York, NY: The Free
Press; Stanton, G. T. (2003), p.163. How fathers, as male parents, matter for healthy child
development [On-line]. Disponible:
http://www.family.org/cforum/fosi/marriage/fatherhood/ a0026230.cfm.
[49]Datos extraidos del National Center for Fathering;
http://www.fathers.com [50] Rachel LEVY-SHIFF, Michael A. HOFFMAN, Salli MOGILNER, Susan LEVINGER, i
Mario B. MOGILNER, Fathers´ Hospital Visits to their Preterm Infants as a Predictor of
Father-Infant Relationship and Infant Development. Pediatrics, Vol. 86, 1990, pàgs.
291-292. Els autors són de la Bar-Ilan University i el Kaplan Hospital d´Israel.
[51]Un padre preocupado por la educación de sus hijos y su correcto desarrollo personal y
social, no sólo beneficia a su hijo sino que se beneficia a sí mismo, pues diversos estudios
muestran que los padres implicados en la atención a los hijos adolescentes tienen mayor
éxito profesional que los que no lo están. SNAREY, John R. Fathers care for the next
generation, Cambridge, MA, US. Harvard University Press, 1993.
[52]Datos extraídos de W.F. HORN y T. SYLVESTER, en su obra: Father Facts, National
Fatherhood Initiative, MD, 2002.
[53] M. MEEKER, 100% Chicos, ed. Ciudadela, 2011, pág.37 y 157.
[54] La presencia del padre no tiene porqué ser constante, como tampoco la de la madre,
pero hay momentos en los que tiene una especial importancia. Un estudio realizado por el
Dr. Blake Bowden, del Hospital Infantil de Cincinnati, sobre una muestra de 527
adolescentes, mostró que aquellos niños cuyos padres desayunaban, comían o cenaban
al menos cinco veces a la semana con ellos tenían muchas menos probabilidades de
tener problemas en la escuela, alteraciones de conducta o consumo de drogas. Otra
investigación sobre 11.572 adolescentes llegó a la conclusión de que la presencia del
padre, temprano por las mañanas, después del colegio y a la hora de la cena y de
acostarse, era fundamental para la educación de adolescentes tranquilos y con éxito
escolar. M. D. RESNICK, Protecting adolescents from harm findings from The National
Longitudinal Study of Adolescencet Health, Journal of the American Association, 10
septiembre 1999.
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5)
Por George A. Rekers
Ph.D., Professor, University of South Carolina
Hay al menos tres razones principales por las que la prohibición de
la adopción de niños por homosexuales tiene una fundamentación racional:
A) La estructura y forma de vida de una pareja homosexual expone a
los niños adoptados en un nivel de stress mucho mayor que el que se vive
en una pareja heterosexual. Como es sabido, los niños entregados en
adopción son mucho más vulnerables de por sí al stress, pues normalmente
proceden de familias rotas, han sufrido en ocasiones abusos y tienen
una carencial emocional muy grande.
Por otra parte, se sabe que la frecuencia de depresión, ideas
suicidas, alteraciones del comportamiento y abuso de alcohol y drogas es
mucho más frecuente entre las parejas homosexuales que las
heterosexuales. Como consecuencia, la adopción por homosexuales
empeoraría el stress de unos niños que ya son más susceptibles a
problemas psicológicos que el resto de niños de su edad.
B) Las uniones homosexuales son mucho más inestables y más cortas que
las heterosexuales , por lo que sería mucho más frecuente que se
interrumpiera la adopción o esta fracasase. Se sabe que los cambios de
una familia o casa a otra, afectan mucho a los niños adoptados, que
sufren psicológicamente.
En otros estudios se estima una duración media de dieciocho meses en
una unión homosexual , lo que no garantiza una estabilidad, necesaria
para el bienestar del menor.
C) La estructura de una unión homosexual hace que el niño carezca de
todas las aportaciones positivas que sólo están presente en las uniones
heterosexuales
La pareja homosexual no puede aportar el modelo de padre y madre
necesario para el desarrollo psicológico normal del niño, el significado
de la relación marido-mujer
A continuación el Dr Rekers expone estos tres puntos de una forma más ampliada:
A) La estructura y forma de vida de una pareja homosexual expone a los niños adoptados en un nivel de stress mucho mayor.
Esta situación es fácilmente evitable, simplemente prohibiendo la adopción.
a1) Los niños en adopción están sometidos a un stress mayor que otros niños de su edad.
Aquí enumera muchas de las causas de stress por las que pasa un menor
en adopción: separaciones de los padres biológicos y hermanos,
carencias afectivas, maltrato físico y emocional, abuso sexual,
fallecimiento de los padres, adaptación a unos nuevos
tutores-guardadores puestos por la Administración, una nueva casa, un
nuevo vecindario, una nueva escuela. Por todas estas situaciones, entre
el 50% y el 80% de estos niños tienen problemas psicológicos y mentales,
a veces heredados de los padres genéticamente.
El problema psicológico más importante es el conocido como Desajuste o
Desquilibrio, que ocurre cuando el niño sufre más stress del que puede
soportar, produciéndole a la larga, problemas de depresión, ansiedad,
alteraciones de conducta y emocionales. Esta situación de desajuste se
vería empeorada ante la adopción por una pareja homosexual
a2) Las parejas homosexuales tienen más problemas psicológicos y de adicción a drogas, lo que expone al niño a un mayor stress.
Es fácil de entender que cuando mejor sea la salud física y mental de
los padres adoptantes, mejor va a ser para el niño adoptado.
Precisamente para compensar el problema de desajuste del niño, una buena
salud mental de los padres adoptantes es clave.
Sin embargo los homosexuales tienen una frecuencia mayor que los
heterosexuales de problemas psiquiátricos y físicos como SIDA, sífilis,
abuso de drogas. En el mayor estudio de este tipo realizado en el Reino
Unido, en más de 2000 personas, publicado en el 2003, se observó que
cerca del 70% de los homosexuales y bisexuales tenían un problema
mental, frente al 30% de los que eran heterosexuales.
En numerosos estudios (Wichstrom and Hegna, 2003) se ha visto como el
comportamiento homosexual era un predictor de riesgo de suicidio entre
adolescentes, siendo el doble de frecuente entre jóvenes homosexuales
que entre heterosexuales (Rusell and Joyner, 2001).
Las mujeres homosexuales reunen con frecuencia los criterios de
alcoholicas (Cochran 2000), uso de anfetaminas entre varones
homosexuales (Copeland, 2001), uso de extasis con el doble de frecuencia
(Boyd, 2003), problemas con la policia, conducir ebrio, pérdidas de
memoria (Mc Cabe, 2003). Como reconoce la CDC (Centro para control de
enfermedades de Atlanta), la depresión, la adicción a drogas y alcohol y
la violencia, más frecuente entre los homosexuales, les hace más
vulnerables a ser incapaces de seguir las medidas de protección para
prevenirse del contagio del SIDA .
¿Qué tipo de soporte, educación y apoyo puede dar esta población a un
niño que ya de por sí tiene problemas? Los hijos de padres depresivos
tienden a ser depresivos, los hijos de padres que beben, suelen tener
problemas de disciplina y de alcohol a llegar a adultos (Di Lauro, 2004)
a3) La mayoría de la población en Estados Unidos rechaza la unión homosexual (cerca del 60% la ven como totalmente errónea).
Esta situación, que se da también en la gran mayoría de los países,
hace que los hijos de parejas homosexuales sufren la discriminación e
insultos de sus compañeros en clase, y de la sociedad en general.
Se produce un miedo por el menor a hablar de su familia, con una
disminución de la vida social por el rechazo percibido. Aunque esta
situación sea algo no deseable es una realidad y supone un stress
añadido para el niño en adopción. De hecho ya hay muchos estudios que
demuestran los resultados negativos de esta homofobia en los niños.
B. Las uniones homosexuales duran menos y son menos estables que las heterosexuales.
Son además menos capaces de proveer de una situación psicológica estable para el hogar.
Las parejas homosexuales tienen una media de tres veces más contactos sexuales que las parejas heterosexuales.
Se ha estimado en una media de dieciocho meses la duración de la relación homosexual.
Una razón más para evitar este tipo de adopción es para proteger a
los niños adoptados de ser abusados o molestados sexualmente. En un
estudio (Tomeo 2001), se observó que en una comparación, el 46% de los
gays habían abusado en algún momento de un menor, frente al 7% de los
varones heterosexuales. Además los homosexuales tienen una media de tres
veces más contactos que los homosexuales, por lo que las posibilidades
de abuso son mayores
C) La estructura familiar homosexual priva a los niños de
características positivas que sólo están presentes en las familias
heterosexuales.
Entre las razones que argumentan los que están a favor de la adopción
por homosexuales, están los que dicen que cambiar pañales, llevar el
niño a la escuela, o dar de comer al niño, tiene poco que ver con la
orientación sexual de los padres.
c1) Pero la estructura familiar sí es importante.
Por eso, de hecho, se niega la capacidad de adoptar por ejemplo a una
pareja recién casada en la que ambos tienen sólo dieciocho años, a
pesar de que por ejemplo tendrán las energías físicas y la juventud,
pero les falta la garantía de estabilidad de la unión que dan los años.
De la misma forma también se niega la adopción a un matrimonio por
ejemplo de más de 90 años , pese a que por seguro tienen una experiencia
vital importante, pero carecen de la seguridad de una continuidad en
los cuidados por un mínimo número de años.
O el caso de una pareja recién venida de Asia que quiera adoptar una niña en Estados Unidos.
Pese a que tengan muy buenas habilidades en la educación de los
hijos, el no conocer el idioma ni las características propias de la
estructura familiar americana no le permitiría adoptar un hijo en un
país extranjero.
Lo mismo ocurriría ante defectos físicos insalvables de los padres,
como por ejemplo en el caso de que ambos fueran ciegos y sordos, recién
salidos de la cárcel, etc.
De la misma forma, por la inherente estructura de la unión entre dos
personas homosexuales, puede hacer que aunque ellos tengan
individualmente capacidades en educación etc, pero como pareja les hace
no idóneos para adoptar.
c2) Sólo un padre y una madre proveen del modelo adecuado necesario
para satisfacer todas las necesidades de un niño en adopción.
Los padres heterosexuales producen que el niño pueda entender:
1) el papel social de una relación estable entre hombre y mujer
2) el papel social de un padre y una madre en la educación de los hijos
3) el modelo de relación padre-hijo
4) el modelo de relación madre-hijo
c2.1) La contribución única del padre al desarrollo adecuado de los hijos
La figura del padre como modelo masculino para el hijo se ha asociado
con un beneficio en el éxito del funcionamiento del proceso de
adopción.(Walsh, 1990).
Por ejemplo los padres ayudan más a los hijos que las madres a ser
independientes y competitivos y a asumir riesgos. También son
importantes en el control emocional de los hijos (Gottman 1997).
La implicación del padre en el aprovechamiento del estudio de sus
hijos se asociado con un mayor rendimiento escolar (Nord, 1997). La
implicación y cercanía del padre con los adolescentes conlleva un menor
riesgo de alteraciones de conducta y estrés emocional en los hijos.
Los padres que juegan con sus hijos serán después más comprensivos
con los sentimientos y emociones de éstos lo que hace los hijos ser más
equilibrados en sus relaciones sociales y menos agresivos en la escuela
(Hart, 1998). La influencia de los compañeros a que consumieran drogas
quedó muy disminuida por la cercanía del hijo con su padre, con un
vínculo mayor para el padre que para la madre. (Dorius, 2004).
El papel de padre en la familia está normalmente más orientado a la
acción, a establecer las normas ó límites de lo que se debe o no hace,
en contraste con la función más expresiva y de soporte emocional de la
madre. En algunos estudios se ha visto que el papel del padre en la
identificación con el propio género es incluso mayor para el padre, al
asumir normalmente éste el papel de enseñar a los hijos cual es el papel
de éstos en la sociedad.
En un estudio longitudinal de Heatherington (1972), se encontró que
las niñas que crecían sin la figura del padre por fallecimiento de eran
tímidas en el trato con adolescentes de su edad, mientras que las chicas
cuyo padre se marchó de casa por separación o divorcio, fueron muy
activas sexualmente durante la adolescencia, con altas tasas de embarazo
no deseado.
En 1995, Blankenhorn observó que para las chicas que no tienen una
relación de amor y afecto estable con el padre, creerán que la única
relación posible con los hombres será bajo una visión utilitarista, de
explotación mútua, con mayor número de contactos sexuales, evitando el
compromiso.
Young en 1995, observó que cuando los padres muestran un
comportamiento autoritario pero al mismo tiempo buscan el diálogo con
los hijos para hablar de sus problemas, éstos tenían un mayor nivel de
satisfacción, por el hecho de sentir que “le importan” a su padre,
frente a aquellos padres que no corrigen a sus hijos por comodidad o
temor a contristar
c2.2) Las contribuciones únicas de la madre al desarrollo de los hijos
En una revisión en el 2003 de Ishii-Kuntz, se encontró que mientras
que para los padres el papel que ellos entendían que debían asumir era
el de jugar con sus hijos, el de las madres era más el de “estar
atentas” y realizar las tareas de bañarlos, cambiarlos de ropa, hacer
los deberes, y darles de comer.
Las madres son el modelo para las hijas con el que identificarse.
Además tienen un papel fundamental en explicar a los hijos cual debe ser
la relación con sus compañeros, y para que sus hijos sepan
desenvolverse socialmente al estar fuera de casa. Un déficit en estas
tareas se ha asociado con problemas en las relaciones sociales en la
vida adulta (Parker, 1987).
c2.3) La aportación única del padre y la madre juntos al desarrollo de los hijos
De forma normal, el niño necesita para un desarrollo emocional,
social y psicosexual normal la identificación con el padre del mismo
sexo y el papel complementario del padre del otro sexo. El padre, la
madre y los hijos se influyen mutuamente por las relaciones entre ellos.
Así por ejemplo, las madres influyen indirectamente sobre los hijos al
influir en la cantidad y la calidad de la relación padre-hijo (Minuchin
2002).
Los hijos en adopción han sufrido la carencia de la interacción entre
los padres para su desarrollo, por eso están todavía más necesitados de
que esa aportación se realice mediante una pareja heterosexual.
c3) Los trabajos que se realizan en adopción homosexual no valoran
las características inherentes a la pareja homosexual ni los factores de
stress en el niño adoptado
La mayoría de los estudios fallan en la selección de la muestra. Así
por ejemplo, si se selecciona parejas homosexuales sin problemas
psicológicos, de una población de voluntarios, no será una muestra
representativa de la población general de homosexuales, y tendrán
algunos buenos resultados en la educación de los hijos.
La mayoría de los estudios no están hechos en niños adoptados sino en
niños cuyo padre biológico se define como homosexual después de muchos
años de convivencia familiar. Los vínculos padre-hijos serán fuertes y
el hijo tenderá a comprender con más facilidad de esta forma a su padre.
Sin embargo en el caso de los niños adoptados por homosexuales no sería
así al no existir un vínculo afectivo previo y además el menor
procederá de normalmente de unos padres heterosexuales, por lo que la
nueva situación le producirá rechazo.
Estos niños además no tendrán los problemas de estrés que tienen los
niños en adopción, que son más vulnerables a la inestabilidad de la
pareja, a la falta del padre o de la madre, etc. Por ello los resultados
que encuentran que estos niños, hijos de padres biológicos que se
declaran homosexuales no tienen problemas psicológicos no son
extrapolables a los niños adoptivos, con problemas de stress inherentes a
su situación previa a los que se añade la situación de un nuevo padre,
no biológico y homosexual.
La mayoría de los estudios comparan los resultados en los hijos de
ser educados por dos lesbianas, seleccionadas para que tuvieran estudios
superiores y con fuertes ingresos económicos y las comparan con
familias heterosexuales en las que ha fallecido el padre o la madre.
Como es lógico, dos personas proveen más recursos económicos, energía,
tiempo, etc., que una sola y el hecho de que no se encuentren
diferencias entre ambos no quiere decir que sean comparables.
Como muchos estudios están hechos en padres biológicos que revelan a
sus hijos su homosexualidad al ser mayores, no es posible saber cual es
la contribución de los hijos en la educación como hetero o homosexual y
en muchos casos las lesbianas reconocen que no revelaron su condición a
sus hijos adoptados hasta pasado un tiempo.
c4) La mayoría de los trabajos científicos sobre adopción homosexual
tienen limitaciones metodológicas importantes, muestras insuficientes,
etc. Así por ejemplo, Patterson en 2000 apuntó las siguientes
observaciones:
-La mayoría de los estudios se han realizado en personas de raza blanca, bien educados, de clase media y trabajadora.
-No hay estudios de tipo longitudinal para saber qué pasa con los hijos a lo largo del tiempo
Similares objeciones han sido expresadas por Shumm (2004), además de
explicar el hecho de que al rechazar la hipótesis nula no quiere decir
que aceptemos la alternativa. Es decir, el que no podamos encontrar
diferencias se debe más a la falta de calidad del trabajo, por ejemplo
al usar una muestra insuficiente y eso no quiere decir que podamos pasar
de ahí a que no hay diferencias.
En un estudio de 148 páginas publicado por Lerner y Nagai, (2001)
expertos en análisis cuantitativo de la Universidad de Chicago, titulado
“Sin fundamento: lo que los estudios no dicen sobre la adopción por
homosexual”, concluyeron que los 49 estudios estaban sesgados en su
método y en las conclusiones que obtuvieron.
En el 2002, en otra revisión, Rekers encontró las siguientes deficiencias:
- Falta de un grupo heterosexual de control
- Falta de un grupo de control de padres biológicos
- Muestra insuficiente, no tomada de forma aleatoria, inapropiada para las preguntas de la investigación
- Falta de reproductibilidad y validez en las medidas (cuales fueron
los criterios para establecer la homosexualidad o la heterosexualidad?)
- Falta de anonimato en los participantes
- Se acepta la hipótesis nula
c5) El mejor desarrollo y bienestar procede de hijos de padres heterosexuales casados
Sarantakos en 1996 comparó 174 grupos de chicos divididos en tres
grupos según que sus padres estuvieran casados, cohabitaran o fueran
homosexuales. Los resultados fueron los siguientes:
En la adquisición del lenguaje, matemáticas, y ciencias sociales, los
mejores resultados fueron para los hijos de casados, después para los
hijos de los que cohabitaban y después los hijos de homosexuales. Lo
mismo sucedió para la práctica de deportes y la sociabilidad.
Los hijos de padres homosexuales fueron más tímidos, inseguros para
trabajar en equipo, miedosos para hablar de su familia, introvertidos, y
con dificultades para relacionarse con un compañero que fuera diferente
al sexo de sus padres adoptantes. Los hijos sufrieron con frecuencia
las bromas de sus compañeros sobre sus padres.
En cuanto a la identidad sexual, los hijos de padres gays, tendieron a
tener conductas y aficiones más propios de niñas que de niños de su
edad.
Más adelante en este trabajo se compara el desarrollo de los hijos
comparando los hijos de un matrimonio heterosexual con los de hijos de
padres que cohabitan, y con hijos de familias monoparentales (homo o
heterosexual), produciendo siempre mejores resultados en el caso de
hijos de padres casados y heterosexuales
CONCLUSIÓN
Sólo las parejas casadas heterosexuales son capaces de cubrir las
necesidades específicas que tiene un niño en adopción, y una pareja
homosexual, por las características inherentes de esta relación, no
puede proporcionar
De esta forma, la regulación de Arkansas decide evitar la situación
estresante innecesaria para los niños adoptados de someterse a una
adopción homosexual, siendo el ser heterosexual una condición necesaria
para la adopción.
De la misma forma que una pareja recién casada de 18 años, otra de
90, o un preso recién salido de la cárcel pueden dar en situaciones de
excepción una educación incluso mejor que una pareja heterosexual sin
estos impedimentos, hay algo inherente a estas estructuras familiares,
de la misma forma que la hay en la relación homosexual que los
incapacita para adoptar
Y concluye: el Estado de Arkansas no debe emplear a los niños como
conejillos de indias en el servicio de una agenda política o de un
determinado grupo de presión.
————
Y POR FIN, HE AQUÍ LAS FRAUDULENTAS CONCLUSIONES DE
LOS FRAUDULENTOS “ESTUDIOS” DEL APA SOBRE LA CRIANZA DE HIJOS EN EL SENO
DE FAMILIAS HOMOPARENTALES (GAYS Y LESBIANAS)
Por lo pronto, el articulito de marras empieza mintiendo, al
afirmarse que el APA en los años 70 consiguió omitir del DSM la
homosexualidad como enfermedad “después de tres décadas de estudios…bla
bla bla”, cuando lo cierto fue que no hubo ningún estudio previo sino
infinidad de presiones, imposiciones, zarandeos, insultos a los miembros
que se oponían a descatalogarla del índice de enfermedades mentales.
Helo Aki:
Hijos de padres del mismo sexo: estudios empíricos de los últimos 50 años
21 de noviembre de 2012 – 11:21 | Por:
Janet Noseda |
159
/AgenciaUno
Poco o nada se consigue discutir estos temas sin datos empíricos,
pues se termina discutiendo desde ideologías y prejuicios y no desde la
evidencia científica.
Como psicóloga he observado bastante ignorancia en cuanto a la
homosexualidad, prejuicios y creencias que no tienen fundamento empírico
alguno. Una de las creencias que más me ha llamado la atención es que las personas homosexuales no pueden criar hijos.
Quienes defienden esta tesis, tienden a apoyarse en la creencia de
que la familia se compone de un hombre y una mujer, que los homosexuales
tienen más problemas mentales en comparación con heterosexuales,
tenderían a la pedofilia y sus hijos presentarían perturbaciones
mentales, desarrollándose más tarde ellos mismos como homosexuales o
presentarían trastornos de la identidad de género.
Poco o nada se consigue discutir estos temas sin datos empíricos,
pues se termina discutiendo desde ideologías y prejuicios y no desde la
evidencia científica. Por lo tanto, he decidido realizar una traducción
del documento de la Asociación Americana de Psicología (APA) sobre
padres del mismo sexo, que reúne las investigaciones empíricas
de los últimos cincuenta años realizadas en países de todos los
continentes, que suma más de 1.000 sujetos estudiados. Veamos a
continuación, cual es la evidencia empírica que sustenta cada una de
las creencias de que padres del mismo sexo no pueden adoptar o tener
hijos:
Salud mental de lesbianas y homosexuales
La homosexualidad fue sacada del Manual Diagnóstico y Estadístico de
Enfermedades Mentales DSM en el año 1974, luego de tres décadas de
investigaciones científicas que demostraron que la homosexualidad,
lesbianismo y bisexualismo no tenía como característica pérdida del
juicio de realidad, alteración del pensamiento o de las habilidades
sociales o vocacionales (APA, 1974) (algunas investigaciones: Gonsiorek,
1991; Hart, Roback, Tittler, Weitz, Waltson & McKee, 1978; Reiss,
1980). La homosexualidad no implica un trastorno psicológico en sí misma
pero la discriminación social puede tener como consecuencia depresión,
ansiedad y baja autoestima.
Thompson, en el año 1971, comparó a 127 hombres y 84 mujeres de
orientación homosexual con 123 hombres y 94 mujeres de orientación
heterosexual. Las características psicológicas no mostraron diferencias
entre ambos grupos.
Habilidades parentales de homosexuales y lesbianas
Tasker y Golombock (1997), realizaron un estudio en que encontraron que los hijos de parejas del mismo sexo sufren menos síndrome de alienación parental
(sindroma que se presenta cuando los padres divorciados “se pelean” por
el amor del hijo, causándole culpa) que los hijos de parejas
heterosexuales.
Bigner, en 1989, estudió a 33 padres heterosexuales y 33 padres
homosexuales a través del inventario de conducta parental de IOWA. Los
resultados mostraron que los padres homosexuales eran más atentos a las necesidades de sus hijos y utilizaban más el reforzamiento que el castigo,
siendo que los padres heterosexuales utilizaban más el castigo físico.
Así mismo, Boss, en el año 2004, comparó a 100 madres heterosexuales con
100 madres lesbianas a través de cuestionarios y diarios de la vida
diaria, resultando ambos grupos igualmente competentes.
Comparando más de 256 padres y madres homosexuales con padres y
madres heterosexuales, en diferentes estudios (Jhonson & O’ Connor,
2002; Mc Pherson, 1993; Bost et al, 2004, Kwesking & Cook, 1992;
Lyons, 1983; Miller, Jacobsen Y Bigner, 1981; Murclow, 1979; Pagelow,
1980; Parks, 1998; Patterson, 2001; Rand, Graham & Rawlings, 1982;
Segenthaler & Bigner, 2000; Thompson, Mc Candless & Stickland,
1971) se concluyó que las madres lesbianas muestran la misma capacidad de madres heterosexuales de lograr apegos seguros. Padres homosexuales muestran la misma capacidad de ejercer autoridad y entregar amor a sus hijos que padres heterosexuales.
Género y orientación sexual en hijos de padres del mismo sexo
Golombock en 1983, estudió a 37 niños entre 5 y 17 años de edad hijos
de madres lesbianas y 38 hijos de madres heterosexuales, de las mismas
edades, a través de cuestionarios y entrevistas. Los resultados
arrojaron que no había diferencias entre ambos grupos en su orientación
sexual, género y rol de género.
Golombock en 1996 realizó uno de los más grandes estudios en este
ámbito, de carácter longitudinal en hijos de madres lesbianas. 25 niños
fueron entrevistados a la edad de nueve años y luego a los 24 años. Más del 90% eran heterosexuales. Baely llegó a la misma conclusión en el año 1995, en un estudio con 82 hijos de padres del mismo sexo.
La gran mayoría de estudios en los diversos continentes arrojaron que
los hijos de padres del mismo sexo no desarrollaban problemas con su
identidad de género, desarrollando el rol de género esperado en cuanto a
elección de juguetes y juegos, comportamiento, actividades e intereses
vocacionales. (Green, 1978; Mandel, Hotvedt, Gray & Smith, 1986;
Smith & Roy, 1981).
Reso, en el año 1979, aplicó el inventario de rol sexual de BEM
(BSRI) a 24 adolescentes, mitad hijos de lesbianas y mitad hijos de
heterosexuales. Los resultados arrojaron que las hijas de madres lesbianas eran más femeninas que las hijas de madres heterosexuales.
Salud mental de hijos de padres homosexuales y lesbianas
Chan, en el año 1998, realizó una investigación que arrojó como resultado que los
niños criados en familias con padres con poco estrés, pocos conflictos
entre ellos y más amor conyugal, desarrollaban un perfil psicológico y
social más sano, independiente de la orientación sexual de dichos padres.
El mismo autor realizó un estudio en 55 familias de lesbianas y 25
familias de heterosexuales que habían concebido a través de donación de
esperma. El desarrollo de sus hijos era sano en ambos grupos, sin que la variable orientación sexual o número de padres tuviera una relación estadísticamente significativa,
siendo así que el mito de que los niños deben tener un padre y una
madre para crecer psicológicamente sanos, no tiene evidencia empírica.
En 1997, Tasker & Golombock, a través de técnicas proyectivas y juegos, concluyeron que los hijos
de padres del mismo sexo tienden a ser más preocupados por los niños
que consideran más indefensos o más pequeños que ellos, desarrollando
mayor empatía que hijos de padres heterosexuales.
Uno de los estudios más grandes fue llevado en el año 2003 por Golombock, en 14.000 madres heterosexuales, lesbianas y madres solteras,
a través de cuestionarios y entrevistas aplicadas a las madres, sus
hijos y sus profesores. Se concluyó que los hijos de madres lesbianas y
madres solteras heterosexuales, son tan bien desarrollados y bien
adaptados como los hijos de madres heterosexuales.
Homosexualidad, lesbianismo y pedofilia
En un estudio descriptivo llevado a cabo por Finkelhor & Russell en 1984, se concluyó que la
gran mayoría de los abusos sexuales en menores son por parte de hombres
heterosexuales que en su gran mayoría, son parientes cercanos a la
víctima. No hay sustento empírico para la creencia de que homosexuales y lesbianas tienden mayormente a la pedofilia.
Discriminación en la escuela
Tasker & Golombock, establecieron en el año 1997, que los hijos
de padres del mismo sexo pueden ser víctimas de bullyng en la escuela
por parte de personas homofóbicas pero que en comparación con el bullyng
que reciben los hijos de padres heterosexuales, éste no es mayor. Se
estableció a través de diferentes estudios que si se entrenaba a los
hijos de padres del mismo sexo en asertividad o recibían apoyo por parte
de otras familias conformadas por padres homosexuales o lesbianas,
superaban esta discriminación sin que ello les provocara un problema
psicológico o social.
Posición oficial de la APA
1: La homosexualidad no es una enfermedad
2: Hombres y mujeres homosexuales tienen las mismas habilidades
parentales que los padres heterosexuales, y en algunos casos más
habilidades.
3: Los padres del mismo sexo no tienen más tendencia al abuso de menores que los padres de diferente sexo.
4: Los niños hijos de padres del mismo sexo no difieren psicológica
ni socialmente de los niños criados por padres heterosexuales.
5: Que la madre o el padre críen a sus hijos con pareja del mismo
sexo no afecta al saludable desarrollo de los hijos e inclusive,
estudios señalan que la presencia de esta pareja es un factor protector.